El reflejo del pasado nos desgarra con dibujos teñidos de uva y espaldas surcadas por el odio. Quien más debía amarnos, solo nos dejó lágrimas y odio. Por la ventana sopla el recuerdo de lo que nunca tuvo que iniciarse. Grandes dedos profanan la carne ante la complicidad alcohólica. El mar se lleva la inocencia y trae un infierno que arderá por años. Titilan en sus ojos el abuso y la apariencia, el intento de ser, la humillación y el escape a lo intolerable. Ante ti quienes te dieron todo y también te lo quitaron. La muerte más salvaje es la más merecida. El odio te salpica con sangre. ¿De quién es esa sangre derramada?